La Vida Social

La Vida Social

Antiguamente, en el diario de Agustín y en otros periódicos del siglo pasado, existía una sección llamada Vida Social. En esta sección se encontraban fotografías de fiestas, panoramas y eventos en donde -por lo general-, personas con puestos influyentes (y sus familias) figuraban realizando actividades que personas menos influyentes (y sus familias) también realizaban, pero que a Vida Social no le interesaba publicar: asados, fiestas patrias en países extranjeros, fiestas de 15, encuentros empresariales con canapés, etc.

Por alguna razón, para Vida Social, el que estas personas -que solían ostentar puestos de crucial importancia- realizaran actividades cotidianas resultaba algo digno de ser publicado. A veces, también, se les colaban algunas actividades devocionales en las cuales compartían con personas humildes y sencillas quienes gracias a la beneficencia de estos nobles criollos figuraban también, tal vez por única vez en su vida, en las páginas del diario de Agustín.

De todas formas existía cierto recelo por esta Vida Social aristocrática y este conjunto de personajes quienes no solo dirigían el destino de nuestro país, sino que además asistían a fiestas, comían pizza, celebraban cumpleaños con tortas de cuchuflí y bautizaban a sus hijxs. A algunas personas esto les parecía violento, a los cuicos sofisticados les parecía frívolo, y a los aludidos les parecía algo muy simpático.

Pero lo importante aquí es que Vida Social demostraba que estas personas tan importantes eran también gente como una: que además de tener trabajos tenía también momentos de risa. Emborrachándose y celebrando como cualquier mortal. Vida Social daba cuenta de eso: aunque fuese banal y de repente apareciesen cosas tan ridículas como Chilenos celebrando un concurso de banderas en Bélgica (perdimos), de todos modos era posible ver que estas personas tan especiales -a pesar de sus trabajos- no trabajaban todo el tiempo.

Pero la Vida Social se desbordó y por lo mismo se acabó: reemplazada primero por las Redes Sociales y luego por la Sociedad que desde ahí emergió. Hoy sigue existiendo una versión cadevérica de Vida Social, donde se muestra -por ejemplo-, la vida social de muertos célebres: como sucedió ayer con Herman Goring y unas preciosas fotografías de su juventud, su esposa, sus lugares de veraneo y su jefe (Hitler) que el diario de Agustín publicó en recuerdo de su fallecimiento.

Pero en fin, a propósito el fin de la Vida Social y la banalidad del mal, hace unos días miraba un artículo en Las Últimas Noticias -otro diario de Agustín-, en el que le dedicaban una página entera a cómo Tita Ureta se las arregló para decorar su terraza con sofás en forma de L para, según las declaraciones de Tita: “aprovechar cada centímetro de su terraza”.

Porque resulta que Tita, a pesar de ser célebre, también es humana y tiene una terraza limitada. Algo podemos aprender ahí de Tita el resto de nosotros quienes, si bien no tenemos terraza, podríamos instalar un sofá similar para dividir el living de la cocina, y así parecernos en algo a Tita.

El punto es, que de un tiempo a esta parte todo se volvió vida social al tiempo que lo social se convirtió en trabajo: la red social de Tita es el trabajo de Tita, el sofá de Tita es el sponsor de Tita, y al final su faceta periodística es algo así como cuando te das cuenta de que el príncipe William también sabe volar un helicóptero.

Tita es sólo un ejemplo de esta Vida Social expandida a todo el lecho comunicacional: El escocés fortachón de Outlander vende Whisky en su cuenta de instagram, mientras su esposa eterna de la misma serie hace como que recomienda un Gin que es también su emprendimiento. Pancho Saavedra trabaja en la tele pero factura más por YouTube, y así -finalmente-, tenemos otro ejemplo de como la distinción entre vida y trabajo es hoy -como Vida Social en el diario de Agustín- un recuerdo de la antiguedad.

En la utopía de nuestra sociedad post-contemporanea todos tenemos derecho a aparecer en la Vida Social (¡hasta los muertos!). Sin embargo, siento decirlo, algunas personas son más sociales que otras: a ti nunca te van a hacer un artículo por como organizas tu living, y no creo que tenga suerte vendiendo mi cola de mono artesanal por Instagram.